Autor: Álvaro Blanco Marqués (Estudiante último curso del Grado de Farmacia (UMH)
Tutor: Dr. Francisco Martinez Granados
ÁCIDO VALPROICO
– LUPUS – HIDROXICLOROQUINA - PSICOSIS:
UN POSIBLE CASO DE CASCADA DE PRESCRIPCIÓN MÉDICA Y UNA POTENCIAL ACTUACIÓN CLÍNICA DESDE LA DEPRESCRIPCIÓN
1.
Contexto y antecedentes clínicos y
sociobiográficos.
El paciente en
cuestión en un varón de 20 años con dos diagnósticos psiquiátricos simultáneos
desde el comienzo de su adolescencia: trastorno afectivo bipolar no
especificado -TAB, código F31.9 en CIE 10 y 296.40 en DSM-5- y trastorno
esquizoafectivo, subtipo bipolar -TE, código 25.0 en CIE 10 y 295.70 en DSM-5-.
A lo largo de los años, estos padecimientos han repercutido gravemente en su estabilidad
socioafectiva y desarrollo personal.
La clínica
afectiva más problemática, manifestada mayoritariamente en forma de episodios maniformes,
se ha objetivado habitualmente a lo largo de los años como patrones redundantes
de ideas delirantes de grandeza, verborrea, irritabilidad extrema y agresividad
heterolítica. Esto ha repercutido en su desarrollo ideoafectivo
empobreciéndolo, produciéndole habitualmente bloqueos del pensamiento y pseudoaprosexia.
Este último concepto hace referencia a un tipo de dispersión de la atención. Se
habla de pseudoaprosexia “cuando se focaliza la atención y se concentra de
forma exclusiva en un aspecto distinto al que debería constituir el foco de
atención” (Ramos, 2004). Hay antecedentes psiquiátricos en su familia, con al
menos dos miembros de su familia con diagnósticos de salud mental.
Además, también
desde la adolescencia tiene un diagnóstico somático de lupus eritematoso
sistémico (LES) con positivización de ANA –anticuerpo nuclear-. Esta es una de
las enfermedades autoinmunes más prevalentes en la población general, y cursa
con exacerbaciones y remisiones cíclicas no organoespecíficas. Principalmente afecta al sistema renal, el
nervioso central, el cardiovascular, la piel y las mucosas.
Desde hace unos
meses se encuentra ingresado involuntariamente en un centro psiquiátrico con los siguientes objetivos señalados en la
solicitud de ingreso:
Ø
Mantenimiento de la estabilidad psicopatológica.
Ø
Trabajo de conciencia de enfermedad y adherencia
al tratamiento.
2.
Tratamiento farmacológico del paciente en el
momento del ingreso.
♦
Hidroxicloroquina 200mg / día por vía oral.
Administración en forma de comprimidos (1-0-0-0) (Dolquine®).
♦
Ácido valproico 1500mg / día por vía oral.
Administración en forma de comprimidos de liberación prolongada.
o
Ácido valproico 500mg (1-0-2-0) (Depakine®).
♦
Lurasidona 74mg / día por vía oral.
Administración en forma de comprimidos (0-0-1-0) (Latuda®).
♦
Clonazepam 2mg / día por vía oral.
Administración en forma de comprimidos.
o
Clonazepam 0.5mg (1-1-1-1) (Rivotril®).
♦
Aripiprazol 15mg / día por vía oral. Administración
en forma de comprimidos (1-0-0-0) (Abilify®).
♦
Aripiprazol 960mg / cada dos meses por vía intramuscular. Formulación
DEPOT (Abilify Maintena®).
3.
Experiencia farmacoterapéutica en el momento del
ingreso.
Explorando
mediante el diálogo la experiencia vivencial del paciente tomando dicha
medicación abordamos sus preocupaciones y conocemos su narrativa. Su relación
con el ÁCIDO VALPROICO no es muy buena, pues tras hablar con él en una entrevista
refiere que el fármaco le produce “taquicardias y temblor”. Estas taquicardias
le hacen tener “miedo a morir” de accidente cardiovascular (ACV) como su
abuela, la cual también tomaba el mismo fármaco. El paciente hace saber que ha
leído en internet sobre el ÁCIDO VALPROICO y que éste tiene una alta toxicidad
cuando se toma a largo plazo.
Tras avanzar en
la conversación, se le pregunta si tiene experiencia directa con el LITIO (otro
fármaco utilizado como eutimizante en la práctica psiquiátrica en pacientes con
clínica afectiva), y éste lo niega, aunque refiere que su tía lo toma y también
le “da muchos temblores”.
Finalmente comunica
que se ha informado de más fármacos eutimizantes como la OXCARBAZEPINA, y que
lo que ha leído es que “es más seguro a largo plazo salvo por lo de que baja el
sodio”.
En una
entrevista farmacoterapéutica posterior -dos días después de la primera-
refiere que durante el año anterior estuvo sin tomar la medicación durante 10
meses “a escondidas” de su madre. En ese periodo afirma que se mantuvo subjetivamente
estable.
4.
Valoración del tratamiento y análisis farmacológico.
Haciendo un
análisis del tratamiento farmacológico del paciente se puede dilucidar lo
siguiente:
1. El
neuroléptico de 3ª generación ARIPIPRAZOL está posiblemente sobredosificado, ya
que la dosis oral prescrita de 15mg / día y la administración intramuscular en
forma de depot bimestral de 960mg podría conllevar un aumento del riesgo de
efectos adversos sin una mejora demostrada de la eficacia antipsicótica
respecto a dosis menores. Entre estos efectos adversos están la acatisia -sensación
interna de inquietud extrema y necesidad imperiosa de moverse-, la discinesia -manifestación
de movimientos involuntarios repentinos-, alteraciones metabólicas y
cardiovasculares, cefaleas, ideación suicida y descompensaciones psicóticas. Recientes
estudios de neuroimagen han demostrado la siguiente relación entre dosis
administrada de ARIPIPRAZOL y ocupación receptorial en pacientes naïve, lo que
pone de manifiesto las altas dosis utilizadas infundamentadamente en la clínica
psiquiátrica.

Tabla 1. Dosis
de aripiprazol correspondientes a variaciones del 5% de la ocupación de los
receptores D2. Basado en la ecuación de Emax derivada de los datos de Lako et
al. (2013).
La posible
saturación de los receptores dopaminérgicos D2 mediante un agonista parcial podría
también generar el fenómeno de supersensibilización en un intento del sistema
nervioso central (SNC) de compensar al alza y a la baja el equilibrio de
neurotransmisión químicamente modulado -upregulation y downregulation-.
En la adaptación temprana por parte del cerebro a los cambios inducidos
farmacológicamente se producen alteraciones en la sensibilidad de los
receptores y en su expresión génica. En la adaptación crónica, ocurren cambios
más profundos y estructurales, como modificaciones en la naturaleza de las
propias conexiones neuronales y de la densidad receptorial en ciertas regiones
localizadas.
2. La combinación
de ARIPIPRAZOL con LURASIDONA, otro neuroléptico atípico, podría no estar
siendo la decisión óptima para el control de la sintomatología positiva cuando
el paciente tiene una descompensación psicótica, ya que ARIPIPRAZOL, al estar
pautado a dosis muy altas, puede desplazar completamente a LURASIDONA de los
receptores dopaminérgicos D2 y de los receptores serotoninérgicos 5-HT2A. El
mecanismo farmacodinámico neto sería el de ARIPIPRAZOL, es decir, un perfil de
agonismo parcial de los receptores D2 y de antagonismo competitivo de
receptores 5-HT2A.
3. Además, en
este caso la prescripción de LURASIDONA está realizándose fuera de indicación -prescripción
off-label-. En su ficha técnica observamos que su comercialización está
aprobada exclusivamente para el “tratamiento de la esquizofrenia en adultos y
adolescentes”. Su uso en pacientes con “clínica afectiva” se suele fundamentar
por su mecanismo de acción, ya que es antagonista del receptor 5-HT1A. Aunque
hay una plausibilidad teórica para que esto produzca un “efecto antidepresivo”,
no hay aún evidencia científica suficiente que lo demuestre en la práctica.
¿Tiene sentido su prescripción? ¿Está justificado su uso fuera de indicación?
¿Verdaderamente hay un mayor beneficio frente a la morbilidad farmacoterapéutica
añadida?
4. La
HIDROXICLOROQUINA es un fármaco antimalárico que se utiliza en la práctica
clínica también como antiinflamatorio en pacientes que padecen artritis
reumatoide y LES debido a su perfil inmunomodulador. Su mecanismo de acción se
basa en que es una base diprótica débil que atraviesa las membranas celulares y
alcaliniza el citoplasma. En última instancia, esto conlleva una inhibición de
receptores mediadores de la inflamación como los Toll-Like Receptors (TLR)
y una interferencia con el fenómeno de presentación de antígenos a los
linfocitos T. Entre sus efectos adversos se encuentra la taquicardia
supraventricular -efecto adverso que el paciente podría estar erróneamente
relacionando con el ÁCIDO VALPROICO- y alteraciones psiquiátricas detalladas en
su ficha técnica como “trastorno emocional, nerviosismo, psicosis, pesadillas,
comportamiento suicida, depresión, alucinaciones, ansiedad, agitación,
confusión, delirios, manía y trastornos del sueño”.
5. En el caso del ÁCIDO VALPROICO, debemos tener en cuenta que su ficha técnica advierte de su uso en pacientes con LES, pues hay registros de reacciones adversas de tipo inmunológico. Un estudio de literatura científica reciente (E. Papadopoulou et al., 2022) concluyó que el fármaco puede inducir LES, sobre todo en varones. Esta variante de la enfermedad se conoce como Lupus Eritematoso Inducido por Fármacos (LEIF). En el estudio mencionado, el 86.7% de los casos de LEIF por ÁCIDO VALPROICO fueron positivos al anticuerpo nuclear (ANA+) y los síntomas asociados desaparecieron tras retirar el fármaco eutimizante, aunque la alteración en la serología de los pacientes persistió durante 18 meses más de media.
MAPA SISTÉMICO DE LA FARMACOTERAPIA
Figura 1. Mapa
sistémico de la farmacoterapia del paciente.
5.
Recomendaciones de optimización
farmacoterapéutica (ROF).
1. Hay evidencia científica
de la eficacia de ARIPIPRAZOL oral como fármaco eutimizante en el TAB, tanto en
monoterapia como con otro estabilizador del ánimo. Las inyecciones de acción
prolongada del fármaco -formulaciones depot- también han demostrado ser útiles,
predominantemente en la profilaxis de los episodios de manía. Ambas formas de
administración sólo se suelen usar conjuntamente en los primeros 14 días del tratamiento
inyectable, para que exista un mantenimiento de las concentraciones plasmática
terapéuticas del fármaco hasta que el inyectable comience a liberarse en plasma.
Normalmente las dosis orales utilizadas en la práctica clínica durante estos 14
días suelen encontrarse entre los 10 y los 20mg / día.
Una vez se
alcanzan las concentraciones terapéuticas por parte de la formulación depot, el
mantenimiento de la administración oral es inadecuado y no recomendado, pues podría
elevar las concentraciones por encima del margen terapéutico, teniendo como
resultado una exacerbación de las reacciones adversas, entre las que
encontramos paradójicamente la descompensación psicótica, la depresión y la
clínica maniforme. También podrían aparecer temblores -que en este caso el
paciente también podría relacionar erróneamente con el ÁCIDO VALPROICO.
Una
recomendación sería hacer una reducción gradual de la dosis oral hasta
discontinuarla, dejando solo la administración depot cada 2 meses. Una
reducción lenta y segura del fármaco oral podría consistir en la disminución
progresiva de un 2.5% de la ocupación de receptores D2 al mes. Una reducción
moderada podría consistir en la disminución de un 5% de la ocupación mensual.
2. En el caso del
ÁCIDO VALPROICO, al haber evidencia de pacientes en los que ha inducido LEIF, y
al haber constancia de que la prescripción de este fármaco en el paciente
coincide en el tiempo con el debut de la enfermedad autoinmune, se recomienda
una discontinuación y eventualmente una sustitución por otro eutimizante con un
perfil de efectos adversos distinto. Entre todas las opciones disponibles, el
LITIO podría ser ideal. Como punto negativo, habría que destacar que es un
medicamento que necesita de análisis de sangre periódicos. La discontinuación
del ÁCIDO VALPROICO, al igual que con la inmensa mayoría de psicofármacos, es
un proceso que debe hacerse muy gradual y progresivamente, para evitar tanto
una recaída de la clínica afectiva como un posible foco epileptógeno.
3. Si la sospecha
de LEIF se confirma tras la discontinuación del ÁCIDO VALPROICO, otra acción recomendada
sería la deprescripción de HIDROXICLOROQUINA. En tal caso, se propone la
recomendación de reducir progresivamente la dosis debido al riesgo de descompensación
psiquiátrica.
4. En cuanto a la
LURASIDONA, es cuestionable que su pauta tenga sentido terapéutico en este caso
clínico por las razones comentadas en el apartado anterior. Además, no hay
prácticamente ninguna evidencia en la literatura científica de su eficacia en
TAB, a excepción del tratamiento agudo off-label en depresión bipolar -que
no es el caso del paciente-. Se recomienda una deprescripción del
fármaco para valorar monoterapia con ARIPIPRAZOL.
MAPA SISTÉMICO DEL PLAN DE
OPTIMIZACIÓN FARMACOTERAPÉUTICA
Figura 2. Mapa
sistémico del plan de optimización farmacoterapéutica del paciente.
6.
La deprescripción como alternativa a la inercia sobreterapéutica,
a la polifarmacia y al uso irracional de psicofármacos.
Historiando al
paciente del caso clínico comentado, observamos que son coetáneos en el tiempo
dos hechos:
1.
Pauta de ÁCIDO VALPROICO para el tratamiento de la
manía asociada al TAB.
2.
Diagnóstico de LES.
En varios
informes clínicos se detalla que la pauta del fármaco eutimizante es previa al
diagnóstico de LES, sin embargo, tras hablar personalmente con el paciente éste
refiere que la prescripción de HIDROXICLOROQUINA por parte del reumatólogo fue
previa a la prescripción del ÁCIDO VALPROICO por parte del psiquiatra. En todo
caso, el simple hecho de que ambos eventos ocurrieran casi simultáneamente debería
bastar para “frenar” el flujo de prescripción y estudiar las causas subyacentes
al problema. Con la información facilitada tanto por el paciente como por los
informes redactados por sus médicos especialistas no se puede descartar ni que
la HIDROXICLOROQUINA pueda estar empeorando el control psiquiátrico -causando
psicosis e hipomanías- ni que el ÁCIDO VALPROICO pueda estar agudizando la
sintomatología del LES. Una cuestión interesante a observar es la apreciable
descoordinación entre los distintos especialistas médicos que han valorado al
paciente a lo largo de los años. Los facultativos de las distintas
especialidades médicas a menudo no trabajan armonizados, tratando al paciente
como fascículos independientes e inconexos –el dermatológo trata los problemas
en la piel, el cardiólogo los del corazón, el neumólogo los de los pulmones...-
y no como un “todo”. La posible vinculación en este paciente de la
sintomatología psiquiátrica y la autoinmune hace imposible el adecuado y
racional control terapéutico sin una coordinación efectiva entre los
profesionales implicados.
En el caso
clínico, la sospecha de imputabilidad entre el ÁCIDO VALPROICO y el LES se
puede evaluar cuantitativamente utilizando herramientas de farmacovigilancia
como el Algoritmo de Naranjo. Este cuestionario permite objetivar impresiones
de relación de causalidad subjetivas de eventos adversos asociados a la
medicación en una escala según la puntuación obtenida tras contestar a 10
preguntas. Si la puntuación obtenida es 0, la relación de causalidad es
improbable; si la puntuación se sitúa entre 1 y 4, la imputabilidad es posible;
entre 5 y 8 ésta es probable, y si supera los 9 puntos, la causalidad es segura.

Tabla 2.
Algoritmo de Naranjo aplicado a la evaluación de la imputabilidad (ÁCIDO
VALPROICO - LES).
Como se puede
observar, la puntuación total del cuestionario es de 4 puntos, por lo que es
posible que haya una relación de causalidad entre ambos eventos. Este tipo de valoraciones
de farmacovigilancia permite objetivar las sospechas de imputabilidad al equipo
terapéutico y tomar decisiones que optimicen el flujo de prescripción y el
estado de salud del paciente.
Tanto en la
práctica psiquiátrica como en otras áreas de la medicina como la geriatría, es
muy usual observar un fenómeno que se conoce habitualmente como “cascada de
prescripción”. Se trata de una visión de la clínica en la que generalmente se
termina tratando de eliminar o al menos mitigar uno o varios síntomas padecidos
-ya sean causados por la afección a tratar o por efectos adversos de los
fármacos pautados para tratar dicha afección- con la prescripción de otro
fármaco más. Esta visión, mantenida en el tiempo da lugar a pacientes
polimedicados. La polifarmacia puede paradójicamente empeorar la sintomatología
general y disminuir la calidad de vida de los pacientes mediante la acumulación
de efectos adversos.
Existen
diversos algoritmos en la literatura científica para actuar deprescribiendo
fármacos en el caso de que en algún momento no tengan un sentido terapéutico y
se busque una reducción la carga farmacológica.
Figura 3.
Algoritmo de Garfinkel, usado en la práctica geriátrica por la alta prevalencia
de polifarmacia. Es un esquema
extrapolable a otras áreas de la clínica como la psiquiatría (Garfinkel et al., 2007).
7.
Tratamiento farmacológico del paciente tras 5
meses de ingreso.
♦
Hidroxicloroquina 200mg / día por vía oral.
Administración en forma de comprimidos (1-0-0-0) (Dolquine®).
♦
Ácido valproico 200mg / día por vía oral.
Administración en forma de 1ml de solución oral (0-0-1-0) (Depakine®).
♦
Lurasidona 74mg / día por vía oral.
Administración en forma de comprimidos (0-0-1-0) (Latuda®).
♦
Aripiprazol 15mg / día por vía oral.
Administración en forma de comprimidos (1-0-0-0) (Abilify®).
♦
Aripiprazol 960mg / cada dos meses por vía
intramuscular. Formulación DEPOT (Abilify Maintena®).
Como se puede
observar, desde el inicio del ingreso el equipo terapéutico ha actuado reduciendo
la dosis de ÁCIDO VALPROCIO de 1500mg a 200mg / día y deprescribiendo
CLONAZEPAM. El proceso de deprescripción y disminución de dosis debe hacerse
por etapas y siempre realizando un seguimiento adecuado del paciente por el
acusado riesgo de descompensación psicótica, depresión o manía. A modo de
resumen, las etapas de recomendación de optimización farmacoterapéutica (ROF)
se podrían detallar de la siguiente manera:
ROF 1.
Discontinuación de ÁCIDO VALPROICO, como ya está llevando a cabo el equipo. La
reducción de dosis ha sido de un 86% respecto al total inicial.
ROF 2. El segundo
paso del proceso sería la reevaluación del LES por parte de su reumatólogo,
pues existe la posibilidad de que la sintomatología de la enfermedad remita o
cese tras la discontinuación de ÁCIDO VALPROICO. En el mejor de los casos sería
plausible la deprescripción de HIDROXICLOROQUINA.
ROF 3. La tercera
etapa giraría en torno a la optimización de la terapia antipsicótica. El
paciente es candidato a monoterapia neuroléptica por los motivos que se han
detallado en apartados anteriores. Esta última fase es la más compleja, pues la
valoración del fármaco a elegir debe debatirse mediante una toma de decisiones
compartidas.
8.
Valoración final y conclusión.
Tras volver a entrevistar
al paciente unos meses después para conocer el progreso de su estabilidad
psicológica durante la estancia en el centro y su relación con la medicación
mediante el abordaje de sus conflictos, se puede observar como su discurso es
más optimista que al comienzo, refiriendo que con la disminución progresiva del
86% de la dosis inicial de ÁCIDO VALPROICO se siente bien y estable. La valoración
de esta dimensión subjetiva es cardinal tanto para el cuidado de la relación
entre el paciente y el equipo terapéutico como para el mantenimiento de una
correcta adherencia terapéutica, ya que la suspensión brusca del tratamiento
farmacológico es uno de los principales motivos de descompensación psiquiátrica
entre los pacientes en tratamiento.
La valoración
de la dimensión objetiva no puede quedar ausente, puesto que el “éxito
terapéutico” pasa por el cumplimiento y el mantenimiento de los objetivos
propuestos en la solicitud de ingreso. El proceso de deprescripción de ÁCIDO
VALPROICO (ROF 1) no ha conllevado ningún episodio de desestabilización
psiquiátrica. Además, la experiencia de discontinuación del tratamiento ha sido
satisfactoria para el estado del paciente, disminuyendo su conflictividad con
la medicación. En el momento en que concluye la realización de este seguimiento
quedan pendientes las actuaciones sanitarias relativas a la ROF 2 y la ROF 3.
9.
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