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martes, 9 de marzo de 2021

Antiepilépticos y cognición

 Autores:  Silvia Marín Prádenas (Psicóloga) y Emilio Pol Yanguas (Farmacéutico)

Además de para el tratamiento de los diversos síndromes epilépticos, los medicamentos antiepilépticos se han autorizado como sedante (fenobarbital), en la profilaxis de las migrañas (topiramato), para el trastorno generalizado de ansiedad (pregabalina), para dolores neuropáticos (gabapentina, pregabalina y carbamazepina), para el síndrome de abstinencia alcohólica (carbamazepina) y trastorno bipolar (carbamazepina, valproato y lamotrigina). Además, según Grunze (2008), los antiepilépticos se utilizan ampliamente en el entorno psiquiátrico en indicaciones no aprobadas por las agencias del medicamento, principalmente en síndromes de abstinencia de alcohol y benzodiacepinas, trastornos de pánico, ansiedad, demencia, esquizofrenia, trastornos afectivos bipolares, y trastornos de personalidad. En tanto, estos medicamentos se vienen prescribiendo desde hace años para la mejora de los síntomas específicos como la agresión y deterioro cognitivo que presentan los trastornos afectivos y esquizofrenia. También se empelan para otros problemas neurológicos que los enfermos mentales padecen comórbidamente (Zaremba et al., 2006).

El 20% de pacientes con esquizofrenia que no mejoran del todo con antipsicóticos se combina con anticonvulsivos; por ejemplo, el valproato y, carbamazepina disminuyen la actividad dopaminérgica en la zona mesoprefrontal aliviando los síntomas psicóticos en pacientes refractarios a la terapia de neurolépticos. De esta manera, el uso de la carbamazepina está recomendado cuando estos pacientes son refractarios a la terapia tradicional de neurolépticos. Pero en otro estudio, el tratamiento con valproato combinado con antipsicótico no se ha encontrado evidencia en su eficacia (Zaremba et al., 2006). También, se ha analizado la eficacia en la capacidad de la lamotrigina como tratamiento terapéutico en personas con esquizofrenia que no responden a la intervención con antipsicóticos, en este caso, este antiepiléptico bloquea las neuronas hiperexcitadas e inhibe la liberación patológica del glutamato en el área prefrontal demostrando mayor eficacia en el control de los síntomas positivos, aunque no se observó mejoría en la sintomatología negativa (Tiihonen et al., 2003). Clonazepam es una benzodiazepina clasificada como anticonvulsivante, con los efectos cognitivos adversos propias de esta familia química.

Por otro lado, los fármacos empleados en el trastorno bipolar son conocidos como eutimizantes, suelen actuar a través de la potenciación GABAérgica, pero también interactúan directamente con canales iónicos y poseen actividad anticolinérgica. Se han descrito efectos mixtos sobre los diferentes componentes de las funciones cognitivas (Xu et al., 2020).

Tanto litio como valproico deterioran la valoración global de la función cognitiva, ambos afectan negativamente a la memoria verbal inmediata (Senturk et al., 2007), pero este último se asocia con peores resultados en la valoración de la memoria de trabajo que el primero, no encontrándose diferencia entre ellos en las memorias verbal y no verbal, función ejecutiva y rapidez de procesamiento, además junto a la fenitoína y carbamazepina tiene un efecto negativo sobre la comprensión, integración cognitiva y memoria (Hernández et al., 2005; Muralidharan et al., 2015; Sabaa et al. 2020). También se observó deterioro cognitivo en voluntarios sanos con oxcarbazepina, y este no fue diferente del ocasionado por fenitoína (Salinsky et al; 2004). Lamotrigina ha mostrado un menor impacto cognitivo que valproato, carbamazepina y otros anticonvulsivantes (Dias et al., 2012). Los efectos cognitivos negativos sobre la memoria de trabajo, tiempo de reacción y exactitud del recuerdo causados por topiramato, que se emplea fuera de indicación en la enfermedad mental grave, parecen de la índole de los antiepilépticos más antiguos como carbamazepina (Barkley et al., 2018; Malagón-Valdez, 2003). Incluso a dosis bajas empleadas en la profilaxis de las crisis migrañosas, topiramato causa enlentecimiento del pensamiento, dificultades de cálculo, dificultades de concentración y en las pruebas verbales, y aunque hay desarrollo de tolerancia con el uso continuado es menor que para otras reacciones adversas, de modo que a los 2 meses continúan afectando de manera importante a uno de cada 5 pacientes (Öztürk B et al 2019). Se notifica pérdida de memoria en el 35% de los sujetos con zonisamida, problemas de atención en el 27%, después de 1 años de tratamiento continuado el 47% aún sigue quejándose de deterioro cognitivo (Eddy et al, 2011). Pregabalina puede producir pensamientos anormales hasta en el 8% de los usuarios, efecto que parece dosis dependiente (Eddy et al 2011). Aunque levetiracetam ha mostrado mejorar las funciones cognitivas en un 15% de los sujetos, en otro 5% parece deteriorarlas (Eddy et al, 2011). La politerapia anticonvulsiva parece potenciar los efectos negativos cognitivos (Javed et al., 2015).

Se han atribuido distintos mecanismos a la disfunción cognitiva inducida por los anticonvulsivantes, bien suprimiendo la excitabilidad neuronal, o bien incrementando la neurotransmisión inhibidora (Suarez, 2007). Aunque en ocasiones se producen deterioros agudos relacionados con intoxicaciones puntuales, con frecuencia causan con el uso continuado un declive insidioso del cociente intelectual, no siempre reversible al suprimirlos, y posiblemente relacionados con las propiedades estabilizadoras de las membranas neuronales (Trimble, 1979). La alteración de la coordinación visomotora observada con fenitoína parece estar relacionada con toxicidad cerebelosa ocasionada por el uso crónico de este fármaco, y ello sería responsable de los déficits en la memoria procedimental (Pulliainen el al, 1995). Parece que el tiempo de evaluación de estímulos esta prolongado por efecto de los anticonvulsivantes, independientemente del tiempo de respuesta o ejecución, por tanto, son principalmente las funciones mentales, no motoras, las que principalmente dificultan, y este efecto parece independiente del fármaco empleado (Akaho, 1996).

Se han asociado a la alteración que causan en la actividad eléctrica del cerebro observadas en el electroencefalograma (EEG), como ralentización de frecuencia dominante, incremento de la actividad Theta y reducción de la actividad Delta. Estos son efectos contrarios a los que se observan al realizar tareas de memoria en individuos sanos en ausencia de fármacos anticonvulsivantes (Meador et al., 1993; Salinsky et al., 2004). La desregulación de la activación /desactivación de las redes frontales de trabajo han sido implicadas en pérdida de capacidades verbales (Xiao el al, 2018) (Wandschneider et al, 2017). El déficit de folato originado con anticonvulsivantes también se ha asociado al deterioro cognitivo y la administración de la vitamina puede mejorar este deterioro (Hernández et al., 2005). Otros explican el deterioro cognitivo inducido por anticonvulsivantes por un aumento de la actividad acetilcolinesterasas cerebral asociado con su empleo (Mishra y Goel, 2015).

Los sujetos con alto funcionamiento cognitivo parecen más sensibles a los efectos deletéreos sobre las capacidades mentales de los anticonvulsivantes (Barkley et al., 2018). Estos efectos se manifiestan más claramente en las tareas de alta exigencia cognitiva (Akaho, 1996). Ante las dificultades de ejecución de tareas inducida por los anticonvulsivantes, el cerebro recurre a efectuar un reclutamiento compensatorio de recursos adicionales, para poder mantener el desempeño (Babu Henry Samuel et al., 2018).

 

Bibliografía

Akaho, R. (1996). The effects of antiepileptic drugs on cognition in normal volunteersPsychiatry and Chical Neurosciences, 50, 61-69.

Babu Henry Samuel, I., Barkley, C., Marino, S. E., Wang, C., Han, S. M., Birnbaum, A. K., Cibula, J. E., & Ding, M. (2018). Brain's compensatory response to drug-induced cognitive impairment. Journal of clinical and experimental neuropsychology, 40(10), 1000–1012.

Barkley, C. M., Hu, Z., Fieberg, A. M., Eberly, L. E., Birnbaum, A. K., Leppik, I. E., & Marino, S. E. (2018). Individual Differences in Working Memory Capacity Predict Topiramate-Related Cognitive Deficits. Journal of clinical psychopharmacology38(5), 481–488.

Dias, VV., Balanzá-Martinez, V., Soeiro-de-Souza, M. G., Moreno, R.A., Figueira, M. L., Machado-Vieira, R., & Vieta, E. (2012). Pharmacological approaches in bipolar disorders and the impact on cognition: a critical overview. Acta psychiatrica Scandinavica, 126(5), 315–331.

Eddy CM, Rickards HE, Cavanna AE. (2011). The cognitive impacto of antiepileptic drug. Ther Adv Neurol Disord; 4(6):385-407.

Grunze, H.C. (2008). The effectiveness of anticonvulsants in psychiatric disorders. Dialogues in Clinical Neuroscience, 10 (1), 77-89.

Hernández, R., Fernández, Mª. Á., Miranda, G., y Suástegui, R. (2005). Disminución de ácido fólico y alteraciones cognitivas en pacientes con epilepsia tratados con fenitoína o carbamazepina, estudio piloto. Revista de investigación clínica, 57(4), 522-531.

Javed, A., Cohen, B., Detyniecki, K., Hirsch, L. J., Legge, A., Chen, B., Bazil, C., Kato, K., Buchsbaum, R., & Choi, H. (2015). Rates and predictors of patient-reported cognitive side effects of antiepileptic drugs: An extended follow-up. Seizure, 29, 34–40.

Malagón-Valdez J. (2003). Efectos cognitivos de los fármacos antiepilépticos. Revista de neurologia, 36(3), 288–292.

Meador, K.J., Loring, D.W., Abney, O.L., Allen, M.E., Moore, E.E., Zamrini, E.Y., & King, D.W. (1993). Effects of carbamazepine and phenytoin on EEG and memory in healthy adults. Epilepsia, 34(1), 153–157.

Mishra, A., & Goel, R. K. (2015). Comparative behavioral and neurochemical analysis of phenytoin and valproate treatment on epilepsy induced learning and memory deficit: Search for add on therapy. Metabolic brain disease, 30(4), 951–958.

Muralidharan, K., Kozicky, J. M., Bücker, J., Silveira, L. E., Torres, I.J., & Yatham, L. N. (2015). Are cognitive deficits similar in remitted early bipolar I disorder patients treated with lithium or valproate? Data from the STOP-EM study. European neuropsychopharmacology 25(2):223–230.

Öztürk B, Övünç Özön A, Kardaş  Ö. Evsluation of cognitive functions in migraineurs treatred with topiramate. J Clin Neurosc 2019; 59:89-92

Pulliainen V, Jokelaien M. (1995) Comparing the cognitive effects of phenytoin and carbamazepine in long-term monotherapy: a two-year follow-up. Epilepsia, 36(12): 1195-1202

Sabaa, R. M., Hamdi, E., Hamdy, N. A., & Sarhan, H. A. (2020). Effects of Levetiracetam Compared to Valproate on Cognitive Functions of Patients with Epilepsy. Neuropsychiatric disease and treatment, 16, 1945–1953.

Salinsky, M.C., Spencer, D.C., Oken, B.S., & Storzbach, D. (2004). Effects of oxcarbazepine and phenytoin on the EEG and cognition in healthy volunteers. Epilepsy & behavio, 5(6), 894–902.

Senturk, V., Goker, C., Bilgic, A., Olmez, S., Tugcu, H., Oncu, B., & Atbasoglu, E.C. (2007). Impaired verbal memory and otherwise spared cognition in remitted bipolar patients on monotherapy with lithium or valproate. Bipolar disorders, 9 Suppl 1, 136–144.

Suarez JH. (2007) Medicamentos anticonvulsivantes y cambios cognitivos en epilepsia. Acta Neurol Colomb; 23:31-38.

Tiihonen, J., Hallikainen, T., Ryynänen, O.P., Repo-Tiihonen, E., Kotilainen, I., Eronen, M., Toivonen, P., Wahlbeck, K. & Putkonen, A. (2003). Lamotrigine in treatment-resistant schizophrenia: a randomized placebo-controlled crossover trial. Biological Psychiatry, 54(11), 1241–1248.

Trimble M. (1979) The effect of anti-convulsivant drugs on cognitive abilities. Pharmac Ther; 4:671-685.

Wandschneider B, Burdett J, Townsend L, Hill A, Thompson PJ, Duncan JS, Koepp MJ. (2017) Effects of topiramate and zonisamide on fMRI cognitive network. Neurology; 88(12):1165-1171.

Xiao F, Caciagli L, Wandschneider B, Sander JW, Sidhu M, Winston G, Burdett J, Trimmel K, HillA, Vollmar C, Vos SB, Ourselin S, Thompson PJ, Zhou D, Duncan JS, Koepp MJ. (2018) Effects of carbamaepine and lamotrigine on functional resonance imaging cognitive networks. Epilepsia; 59:1362-1367.

Xu, N., Huggon, B., & Saunders, K. (2020). Cognitive Impairment in Patients with Bipolar Disorder: Impact of Pharmacological Treatment. CNS drugs, 34(1), 29–46.

Zaremba, P.D., Bialek, M., Blaszczyk, B., Cioczek, P., & Czuczwar, S.J. (2006). Non-epilepsy uses of antiepileptic drugs. Pharmacological reports, 58(1), 1-12.

 

lunes, 3 de junio de 2019

Síndrome fetal valproico.


María Puig
Emilio Pol

El ácido valproico es un anticonvulsivante de amplio espectro de actividad antiepiléptica cuyo mecanismo de acción se relaciona con el aumento de la acción inhibitoria del receptor GABA. Está indicado en epilepsia y para episodios maníacos en el trastorno bipolar cuando el litio está contraindicado1.

La Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS) el 13 de octubre del 2014 emitió una nota informativa  2 sobre las nuevas recomendaciones en el uso del ácido valproico en niñas y mujeres con capacidad de gestación. En España en ese momento el principio activo estaba comercializado como: Depakine®, ácido valproico G.E.S.® y Depamide® (valproamida, profármaco de valproato), este último actualmente está retirado.

La AEMPS redactó las siguientes recomendaciones:
         No debe administrarse ácido valproico ni a niñas, ni a mujeres con capacidad de gestación ni a mujeres embarazadas, a menos que otras terapias para el tratamiento de la epilepsia o los episodios maníacos asociados al trastorno bipolar no hayan sido tolerados o hayan resultado ineficaces.
         Las mujeres con capacidad de gestación en tratamiento con ácido valproico deben utilizar algún método anticonceptivo eficaz durante todo el tiempo que dure el tratamiento y se les explicará detalladamente los riesgos que correrá el feto en caso de embarazo.
         Se deberá informar a las mujeres en tratamiento que en caso de embarazo no deben suspender la medicación sin consultar previamente a su médico.
         Si una mujer se quedase embarazada mientras está tomando ácido valproico se realizará una valoración minuciosa de los beneficios y los riesgos, considerándose otras alternativas terapéuticas. Si finalmente se decidiese continuar con el tratamiento:
         Se utilizará la menor dosis eficaz de ácido valproico, fraccionando la dosis diaria en varias tomas a lo largo del día. Preferiblemente se utilizarán formulaciones de liberación prolongada.
         Se iniciará precozmente la monitorización prenatal para vigilar el desarrollo del feto.
         Se informará al pediatra y profesional de enfermería encargados de los controles de salud de los niños prenatalmente expuestos a ácido valproico acerca de esta exposición para que puedan vigilar posibles retrasos en la adquisición de los hitos del desarrollo y establecer precozmente las medidas más adecuadas en cada caso.

Además, añadió que La AEMPS está actualizando las fichas técnicas y los prospectos de medicamentos con ácido valproico, que estarán próximamente disponibles en su página web: www.aemps.gob.es, junto con material suplementario informativo tanto para los profesionales sanitarios como para las pacientes.

El 13 de febrero de 2018 surgió otra alerta3, ya que se realizaron estudios donde se observó que las medidas adoptadas redactadas en la alerta anterior no habían sido suficientemente efectivas. Por tanto, en esta nueva alerta se intensificaron las restricciones anteriores y se introdujeron nuevas medidas para mejorar la información y asesoramiento de las mujeres. Las modificaciones indican que tanto para la epilepsia como para episodios maníacos del trastorno bipolar no debería utilizarse el ácido valproico en mujeres con capacidad de gestación, salvo que no hubiera otra alternativa, y además se cumplieran las condiciones de plan de prevención de embarazo. Resaltando que en el trastorno bipolar en el embarazo su uso está contraindicado. Además, se redactó como se ha mencionado anteriormente un plan de prevención de embarazos mucho más exhaustivo y también comenta que se actualizarán los materiales informativos cómo son las guías para los profesionales sanitarios y pacientes y añade una tarjeta de información para las pacientes. Adicionalmente en los envases se incluye la advertencia y tarjeta de información para el paciente. La AEMPS recalcó en esta última alerta la importancia de que los profesionales sanitarios verifiquen que se cumplan las condiciones del plan de prevención de embarazos y que el ácido valproico se utilice en las condiciones autorizadas.

Tras cinco meses, el 24 de julio de 2018 surgió la última alerta4 hasta la fecha donde la AEMPS comunica la disponibilidad de los materiales informativos mencionados, además de un formulario de conocimiento de riesgos que deberá firmar el médico y la paciente. Por último, indicó que estos materiales son necesarios para informar a todas las pacientes y seguir las condiciones de uso. Además implicó al farmacéutico en la tarea de informar a las pacientes sobre el uso del valproico en edad fértil.

Anteriormente en la ficha técnica del año 20005 de estos medicamentos había un apartado de embarazo y lactancia donde si comentaba el riesgo teratógeno, aunque no recomendaba el uso de anticonceptivos, pero sí no prescribir este durante el primer mes de embarazo además de la monoterapia y la utilización de la mínima dosis diaria eficaz y repartirla en varias tomas.

Estos conocidos efectos adversos en la actualidad, son descritos por primera vez en 19806 y en 1982 se relató el primer estudio que describe casos de defectos en el tubo neural relacionados con la toma del ácido valproico7. En 1984 surgió el término síndrome valproico fetal8, que se describía ya con muchas de las características que se describen a continuación.

Los defectos en el tubo neural son los más comunes, ya que el ácido valproico tiene efectos en la región lumbosacra e interfiere en el proceso de formación de este, que implica la enfermedad de la espina bífida entre otras. También las anomalías musculoesqueléticas ocurren con frecuencia solas o asociadas a otras malformaciones, como son aranodactilia, superposición en dedos, en las extremidades, abdomen etc. Los rasgos más característicos de la cara son microcefalia o macrocefalia; frente ancha y larga con hipertelorismo, que se define como separación entre los ojos, en los ojos podemos observar epicantos, surco infraorbitario, cejas poco desarrolladas; la nariz pequeña, ancha y puente aplanado, surco nasolabial largo y ancho; labio superior alargado con bordes de bermillon fino, labio inferior grueso y comisuras labiales inclinadas hacia abajo; hipoplasia de línea media, microrretrognatia, hendidura palatina e hiperplasia gingival. También se asociaron problemas como defectos cardiacos, labio leporino, anomalías genitales como hipospadia, oculares como estrabismo y nistagmo, de la piel, pulmonares, renales y en algunos casos muerte prematura asociada a malformaciones cardiovasculares. 9-12

En una publicación del año 2016 13 que analizaba la prevalencia de malformaciones congénitas asociada al uso de anticonvulsivantes durante el embarazo, se llegó a la conclusión de que los niños expuestos in útero a valproato (VPA) tenían un mayor riesgo de malformación en comparación con los niños nacidos de mujeres sin epilepsia (N = 467 vs 1936, RR 5,69, IC del 95%: 3,33 a 9,73) y de mujeres con epilepsia no tratada (N = 1923 vs 1259, RR 3,13, IC del 95%: 2,16 a 4,54). Los niños expuestos a VPA tuvieron un riesgo de malformación del 10,93% (IC del 95%: 8,91 a 13,13), mayor que con los otros anticonvulsivantes estudiados. Las malformaciones más frecuentes asociadas fueron en relación con el tubo neural, cardiacas, orofaciales, craneofaciales y malformaciones en las extremidades.

Por otra parte la exposición del feto en el útero al VPA, puede provocar efectos adversos de aparición más tardía, como son los trastornos en el neurodesarrollo, las probabilidades de que ocurran son según un estudio hecho por la universidad de Liverpool del 12% en monoterapia y 15% en politerapia. Además el espectro del autismo fue frecuentemente diagnosticado entre estos niños 14. Estos pueden ser trastornos en el desarrollo cognitivo, retrasos en el desarrollo temprano del lenguaje o caminar, relacionados con las habilidades intelectuales 15.

Aunque el ácido valproico, según las fichas técnicas de los medicamentos que lo contienen1, como hemos comentado inicialmente está indicado en epilepsia y en episodios maníacos en el trastorno bipolar cuando el litio está contraindicado o no se tolera, la AEMPS, recalca que debería usarse en mujeres en última instancia2,3,4 .No obstante, en numerosos artículos se refleja su uso fuera de indicación de ficha técnica e incluso afirman que se prescribe más en otros trastornos psiquiátricos diferentes al de su indicación 16,17,18.

En un estudio realizado en el sistema nacional de salud en Lanarkshire ubicado en Escocia, se concluyó que el ácido valproico es el anticonvulsivante más prescrito, con usuarios que tienen una media de edad de 39,7 años 19. Un estudio posterior realizado en Reino Unido, concluyó que en mujeres en edad fértil que recibían el fármaco apenas se informaba de sus riesgos: en el 16% de los casos había alguna evidencia de que se habían comentado a las pacientes los riesgos teratógenos, el 29% había tratado el tema de la concepción y contracepción y en un 4% se había recomendado el ácido fólico en caso de que hubiese embarazo16.

Para finalizar, mencionar que existen asociaciones de víctimas del fármaco en España, Avisav, que se inició en junio de 2018. Además, hay otras asociaciones en el resto del mundo 20.

La hiperprolactinemia puede afectar a la fertilidad, pero no es una garantía de infertilidad, ni se debe considerar un método fiable de anticoncepción. El anticonceptivo medroxiprogesterona acetato, es el método más eficaz en la prevención de embarazo con un 99% de efectividad y el recomendado por Seeman 21 en mujeres con esquizofrenia.

En muchas ocasiones se ha podido observar como motivo de no emplear la anticoncepción la abstinencia sexual o que no se tienen relaciones. Hay que destacar que hay evidencias que sugieren que las mujeres con enfermedad mental grave son más propensas a tener un número más alto de relaciones sexuales y de embarazos no deseados 22

En un estudio realizado en Bakirkoy Neuropsychiatry Hospital Psychiatric Outpatient Clinic, se determinó que en mujeres que padecen esquizofrenia y trastorno bipolar el conocimiento sobre anticoncepción era nulo en la mayoría de los casos, tampoco tenían conocimiento sobre los anticonceptivos parenterales y en cuanto a concretar medidas anticonceptivas o planear formar una familia fue significativamente más bajo en los grupos con esquizofrenia y trastorno bipolar en comparación con otros grupos.En cuanto a las revisions ginecológicas, el porcentaje más alto correspondía a no haber tenido una revisión en los últimos 3 años o no haberla tenido nunca.El asesoramiento por parte del psiquiatra sobre medidas anticonceptivas fue muy baja en este grupo de pacientes. Por lo que la conclusión fue que el personal sanitario debería estar más alerta sobre las necesidades de los pacientes con enfermedad mental en este punto 23.

En otro estudio realizado en 1989 que recogía pacientes de 18 a 40 años, se recogió que al menos un 73% se habían quedado embarazadas una vez en su vida, de estas mujeres 23%habían tenido abortos espontáneos, un 31% se habían practicado el aborto y un 45 % habían dado a luz. Muchas pacientes habían tenido un riesgo alto de tener embarazos no esperados y el 33% tenían una vida sexualmente activa y no querían quedarse embarazadas, pero afirmaban no tenían un control durante sus relaciones sexuales. Por lo que se vuelve a confirmar el estudio mencionado anteriormente. 24

En un artículo publicado en 2013 nuevamente se concluyó que estaban especialmente en riesgo en términos de sexualidad y salud reproductiva las pacientes diagnosticadas de trastorno bipolar. De las 292 mujeres del hospital psiquiátrico de Estambul dónde se realizó el estudio la mitad habían tenido embarazos no deseados. Y de nuevo en cuanto a la anticoncepción, aunque muchas pacientes decían haber usado alguna medida anticonceptiva habían sido incapaces de seguir con ella 25.

Por otro lado, al menos una de cada cinco mujeres que padecen enfermedad mental sufre una violación o intento de violación a lo largo de su vida y la tasa de prevalencia de violencia contra este grupo de mujeres durante toda la vida oscila entre el 16% y el 50% 26. Por lo que la abstinencia sexual no evita desgraciadamente el embarazo en algunas ocasiones.

En el estudio mencionado anteriormente realizado en Estambul 25, se determinó que un tercio de las mujeres habían padecido abusos sexuales. Por otra parte, en una revisión en la que se comparó las tasas en personas con enfermedad mental que eran perpetradores con las que eran víctimas, se determinó que el número de víctimas era el mayor porcentaje 27. Por lo que podemos determinar que las víctimas de violencia en la enfermedad mental están muy presentes.

El ácido valproico es empleado en psiquiatría para condiciones diferentes de las recogidas en la ficha técnica 17,18. Según el real decreto 1015/2009, de 19 de junio, capitulo III: acceso de medicamentos en condiciones diferentes a las autorizadas: ``La utilización de medicamentos autorizados en condiciones diferentes a las establecidas en su ficha técnica, tendrá carácter excepcional y se limitará a las situaciones en las que se carezca de alternativas terapéuticas autorizadas para un determinado paciente, respetando en su caso las restricciones que se hayan establecido ligadas a la prescripción y/o dispensación del medicamento y el protocolo terapéutico asistencial del centro sanitario. El médico responsable del tratamiento deberá justificar convenientemente en la historia clínica la necesidad del uso del medicamento e informar al paciente de los posibles beneficios y los riesgos potenciales, obteniendo su consentimiento conforme a la Ley 41/2002, de 14 de noviembre. ´´ 28

Puede ocurrir que las pacientes se nieguen a tomar los anticonceptivos, por diferentes motivos personales. En este punto es muy importante la toma de decisiones compartidas. En pacientes con enfermedad mental se ha examinado esta intervención y se ha podido comprobar como aumenta la satisfacción, el tiempo de consulta no aumenta y no es complejo que el paciente sea participante 29. La barrera principal para los profesionales 30 es la duda de si el paciente es competente a la hora de tomar de decisiones, pero no se espera que el paciente quede desamparado ante una decisión, sino que sea conjunta. La toma de decisiones compartida muestra una mayor comunicación con profesionales, una mayor alianza terapéutica y mayor adherencia al tratamiento. Y lo más importante aportarle autonomía al paciente. Por ello en el momento que una paciente no quiera por el motivo que sea tomar el anticonceptivo, no es cuestión de convencimiento. La correcta práctica sería la información y buscar una solución conjunta

El síndrome fetal valproico tras las alarmas de la AEMPs ha desencadenado una serie de titulares en nuestro país, como por ejemplo el del bulletí groc de la universidad de Barcelona, que compara al valproico como la nueva talidomida 31.

La molécula de la talidomida fue descubierta en 1954 por una farmacéutica alemana Chemie Grunental, se catalogó como una molécula sedante e hipnótica, y se introdujo en 1957 para la ansiedad, insomnio, nauseas en mujeres embarazadas, en 1959 estaba comercializado en 48 países Europeos, pero en 1960 se publicó un trabajo que exponía una neuropatía periférica asociada a este fármaco. En 1962 Lenz realizó otro estudió en el que se relacionaron efectos del fármaco sobre el feto como la focomelia, aunque hubo afectación a diferentes órganos internos del cuerpo. Además, Lenz estimó que la cifra global de mortalidad del fármaco era un 40% y el número de de niños afectados rondaba los 5850 32Aunque hoy en día la organización mundial de la salud estima una cifra de más de 10000 víctimas afectadas. En España el fármaco fue comercializado en 1960 y fue prohibido por orden ministerial en 1962. Y hoy en día existe una asociación en España contra las víctimas de este fármaco, porque, aunque se retiró en 1962 no fue hasta el 2010 con el Real Decreto 1006/2010, de 5 agosto por el que se regulo el procedimiento de concesión de ayuda para los afectados entre 1960-1965 33.

Otro hecho remarcable en esta trágica historia fue la correcta actuación de la Dra Frances Kelsey una farmacóloga y doctorada en medicina que fue contratada por la FDA en 1960, coincidió con su primera tarea que fue revisar la comercialización de la talidomida que ya había sido autorizada en varios países. La doctora decidió paralizar la comercialización y exigir pruebas que determinasen que no afectaba al feto, a pesar de la presión pública, tuvo el apoyo de sus superiores de la FDA y gracias a su negativa en cuanto a la comercialización en EEUU solo se detectaron 17 víctimas de la talidomida en este país 34,35. Su acción tuvo una importancia significativa para defender la importancia de los ensayos clínicos y preclínicos para conseguir una mayor seguridad en los fármacos.

El desastre de la talidomida tuvo varias implicaciones 32, se descubrió que la placenta no protegía al embrión y que había ciertos fármacos las embarazadas no podían utilizar. Además, se empezaron a crear registros de malformaciones en niños. Y dio lugar al desarrollo de una normativa más estricta y regulada para la comercialización, además de categorización de medicamentos que afectaban al feto. Se crearon servicios de información sobre teratógenos en EEUU (SIT) y en Europa el ENTIS, en el que se pueden realizar consultas para la valoración del riesgo durante el embarazo 32.

Con esto tenemos que reflexionar que los primeros estudios sobre teratógenos se realizaron en 1980, y el impacto social no ha sido tan grande como el de la talidomida hasta hace poco con las alarmas por parte de la AEMPS, es posible que este síndrome haya sido más relacionado debido a la enfermedad de la epilepsia o a las enfermedades mentales. Pero hoy en día que ha sido descubierta la causa por la que hay alrededor de 9000 víctimas afectadas en España, deberían replantearse como ocurrió con la talidomida. Emitir normas mucho más restrictivas desde el principio y evitar una serie de daños que afectarán a la vida entera de una persona. Aunque sea una tarea complicada evaluar el cociente riesgo-beneficio de un fármaco sin la utilización en la práctica real, deberían replantearse nuevas medidas para que la farmacovigilancia detecte estos efectos adversos con más antelación y se puedan evitar nuevos desastres. Y de igual manera, debería reforzarse la seguridad de los ensayos en las fases clínicas y pre-clínicas, y estar alerta con cada uno de los efectos adversos.

El profesional sanitario debe tomar ejemplo de la Dra Frances e implicarse. Es importante para concienciar el papel del farmacéutico en la farmacovigilancia y en la detección de alertas asociadas al medicamento. Los farmacéuticos tenemos la oportunidad y la obligación de asegurar que se tomen las medidas de seguridad, en este caso la toma de anticonceptivos o de aportar al paciente la información necesaria.  

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viernes, 14 de febrero de 2014

Efectos secundarios conductuales de los fármacos antiepilépticos




Efectos secundarios conductuales de los fármacos antiepilépticos
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Thigpen J, Miller SE, Pond BB, Behavioral Side Effects of Antiepileptic Drugs US Pharm. 2013;38(11):HS15-HS20.
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Resumen: La mayoría de los medicamentos antiepilépticos (AEDs) causan algún grado de reacción adversa. Los efectos colaterales conductuales (BSEs) asociados con AEDs se pasan por alto con frecuencia pero son importantes. Agitación, agresión, psicosis, trastornos conductuales, hiperactividad e inquietud son algunos BSEs relacionados con los AEDs. Pueden contribuir a ellos la actividad farmacológica, la normalización forzada, características del paciente, susceptibilidad individual, las dosis utilizadas e interacciones con otros medicamentos. El farmacéutico debe educar al paciente y cuidador sobre los posibles BSEs con la finalidad de minimizar el impacto de los cambios conductuales y mejorar la calidad de vida.
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El objetivo del tratamiento de la epilepsia es alcanzar un estado libre de convulsiones con los efectos colaterales mínimos. Siempre debe comunicarse al paciente información sobre los efectos colaterales adversos esperables o alarmantes. Aunque los efectos conductuales colaterales son bastante comunes con los medicamentos antiepilépticos (AEDs), es escasa la información sobre ellos en la bibliografía farmacéutica. Los BSEs asociados con los AEDs se pasan por alto con frecuencia, pero es importante tenerlos en cuenta.
El primer AEd utilizado en la clínica – bromuro de potasio – se asoció con toxicidad psiquiátrica.  El “bromismo” descrito como somnolencia, psicosis y delirio, se ha documentado extensamente 1. Casi todos los anticonvulsivantes causan algún grado de reacción adversa cognitiva, conductual o psiquiátrica. Uno de los nuevos agentes, perampanel, posee un aviso de “recuadro negro” relacionado con los BSEs, que incluyen una incidencia del 0,07% de ideación homicida 2. Una revisión bibliográfica, sin embargo, revela que este BSE puede no ser exclusivo de perampanel. El propósito de este artículo es revisar la bibliografía sobre los AEDs disponibles y categorizar sus BSEs de modo que esta información pueda ser compartida más efectivamente con pacientes y cuidadores. Específicamente , este artículo quiere enfocarse sobre la agitación, agresión, psicosis, trastornos de conducta, hiperactividad y nerviosismo relacionados con los AEDs.
Farmacología de los AEDs.
Los AEDs tienen diversos mecanismos de acción,  que incluyen el bloqueo de los  canales iónicos para sodio (Na+) y para Calcio (Ca 2+) operados por voltaje; potenciación del ácido gamma-aminobutírico o neurotransmisión(GABA)-érgica; inhibición de la neurotransmisión glutamatérgica; y otros mecanismos, como la modulación las proteínas de las vesículas sinápticas (levetiracetam) , canales para iones potasio (K+) (ezogabina), o la anhidrasa carbónica (toiramato y zonisamida) 3. La mayoría de los AEDs tienen múltiples dianas farmacológicas, por tanto, varias actividades contribuyen a su eficacia y también a sus efectos adversos.
Muchos AEDs bloquean los canales de Na+ controlados por voltaje. La mayoría de los AEDs retrasan la recuperación de estos canales desde su estado rápido-inactivo, limitando el disparo explosivo de neuronas que subyace al ataque epiléptico. Una excepción es lacosamida, la cual incrementa el número de canales de Na+ en el estado lento-inactivado, disminuyendo su disponibilidad para la propagación del potencial de acción 3. Los fármacos que actúan como bloqueadores de los canales de Na+ son carbamazepina etotoina, fenitoina, primidona, lacosamida, lamotrigina, oxcarbazepina, rufinamida, topiramato, zonisamida, valproato y felbamato 3. Como algunos de estos fármacos se asocian  con BSEs, es probable que el transporte y homeostasis del Na+ influyan en el humor y la conducta, y hay alguna evidencia que lo apoya. Hay estudios que indican que los pacientes con trastornos afectivos exhiben elevados niveles plasmáticos de Na+ y que las dietas bajas en Na+ tienen efectos positivos sobre el humor 4,5. Además, muchos otros agentes estabilizadores del humor y antidepresivos comparten el mecanismo de bloqueo de los canales de Na+ 6.
Los canales de Ca2+ operados por voltaje son otra diana de los AEDs. Etosuximida, valproato, lamotrigona y zonisamida inhiben los canales de Ca2+  tipo-T activados por bajo voltaje, que están implicados en las crisis de ausencia 3,7. Adicionalmente, carbamazepina, fenobarbital, felbamato, gabapentina, lamotrigina, levetiracetam, oxcarbazepina, pregabalina, topiramato, zonisamida, y posiblemente fenitoina, bloquean los canales de Ca2+ activados por voltaje alto (tipos L, R, P/Q y N) que están implicados en la liberación de neurotransmisores 3,7. Este mecanismo puede contribuir a los BSEs, dado que varios estudios indican que la homeostasis del Ca2+ es importante para el humor y la conducta. De forma notable, variaciones genéticas en un canal de Ca2+ tipo L -activado por voltaje se asocian con un riesgo aumentado de trastorno violar, depresión y esquizofrenia 8. Además, en algunos modelos experimentales, los bloqueadores de los canales de Ca2+ tienen eficacia antidepresiva y algunos antidepresivos inhiben la actividad de los canales de Ca2+   9,10.
Varios AEDs aumentan la neurotransmisión GABA-érgica modulando los receptores GABAA o incrementando los niveles de GABA en la hendidura sináptica. Este mecanismo es relevante para fenobarbital, clobazam, clonazepam, tiagabina, vigabatrina, primidona (a través de su metabolito, fenobarbital), ácido valproico, felbamato, lamotrigina, topiramato y zonisamida 3, 7. La disfunción en la sinapsis GABA-érgica ha mostrado contribuir a conducta agresiva y esquizofrenia 11, 12.
La inhibición de los recptores ionotropicos de glutamato es otro mecanismo clave para los AEDs. Los antagonistas del receptor del ácdo alfa-amino-3-hidroxi-5-metil-4isoxazolpropionico / kainato incluyen fenobarbital, lamotrigina, perampanel y topiramato 3, 7, 13. Adicionalmente, carbamazepina, ácido valproico, felbamato, lamotrigina y oxcarbazepina inhiben los recptores N-metil-D-aspartato 3, 7. Evidencias recientes sugieren que la regulación aberrante de la sinapsis glutamatérgica puede contribuir a esquizofrenia y, posiblemente, trastornos del humor 14. En un estudio, los niveles plasmáticos de glutamamto en pacientes con depresión mayor y trastorno bipolar estuvieron elevados en comparación los niveles control 15.
Mientras que las actividades farmacológicas discutidas antes pueden causar los BSEs vistos con algunos AEDs, otro factor – normalización forzada – puede también contribuir. En este fenómeno, descrito en 1953 por Heinrich Landolt, los electroencefalogramas de los pacientes estaban paradójicamente normalizados y la actividad epiléptica inhibida durante episodios psicóticos 16. Esta ideas es apoyada por estudios epidemiológics que encuentran una menor frecuencia de crisis en pacientes epilépticos con psicosis, y estudios que citan relativamente pocos casos implicando esquizofrenia y epilepsia comórbidas 17, 18. En otras palabras, AEDs pueden causar BSEs simplemente al suprimir la actividad epiléptica. El síntomas más frecuentemente asociado con la normalización forzada es psicosis, pero hipomanía/manía, depresión y ansiedad también se han descrito 19.
Otras consideraciones
Todos los AEDs tienen el potencial de afectar a la conducta. Mientras este artículo se enfoca sobre medicamentos que es probable que causen cambios conductuales, hay otros potenciales factores a considerar. La ocurrencia de BSEs pueden estar relacionadas con el control de crisis (es decir, normalización forzada) 16. Las características del paciente y sus susceptibilidad individual también juega un papel en la incidencia de BSEs. Edad, tipo de epilepsia, y presencia de discapacidad del aprendizaje u otro trastorno del sistema nerviosos central o psiquiátrico pueden también influir en los BSEs. Las variables específicas de la medicación incluyen dosis, velocidad de titulación, interacciones farmacológicas, y efectividad,  pueden también estar relacionadas co BSEs 20
Papel del farmacéutico.
Basándose en los datos disponibles, puede ser difícil determinar el verdadero riesgo de efectos secundarios psiquiátricos con AEDs. La incidencia notificada de estas reacciones conductuales varía significativamente en la literatura. Sin embargo, en general los AEDs con la mayor incidencia de conductas de carácter agresivo son topiramato, tiagabina, clobazam, levetirazetam, vigabatrina, y perampanel (Tabla 1). Las psicosis, mientras que son notificadas menos comúnmente, son más frecuentes con zonisamida y topiramato (Tabla 2). Hiperactividad y nerviosismo han sido más frecuentemente notificadas con fenobarbital, clobazam y vigabatrina (tabla 3). Finalmente, el termino más general “trastorno de conducta” ha sido notificado más frecuentemente con topiramato, clobazam y etosuximida (tabla 4).
Por tanto, especialmente con estos medicamentos, el farmacéutico debe comunicar de manera efectiva los posibles BSEs  al paciente y su familia o cuidadores. Este dialogo es crucial, dado que los cambios conductuales pueden resultar en un ambiente agobiante, inestabilidad familiar, y otras consecuencias más graves. El conocimiento de estas conductas pueden minimizar el impacto de los cambios, condiciendo a un más rápido ajuste terapéutico, y mejoría de la calidad de vida de pacientes y cuidadores.


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Publicado “Vivir con psicofármacos: un estudio de fotovoz comunitario en personas con alta adherencia al tratamiento” en Salud Colectiva

Ilustración: Marina Palomo Se ha publicado el trabajo de invesigación “Vivir con psicofármacos: un estudio de fotovoz comunitario en persona...