¿Como debe evolucionar el Sistema Sanitario con respecto al Envejecimiento Activo?

Aprovechamos la reciente publicación del Libro Blanco del Envejecimiento Activo para seguir la magnífica senda trazada por todos los agentes sociales, investigadores, autores científicos y protagonistas que han hecho posible este documento.

Además, aunque forma parte de otro tema, es obligatorio recomendar hoy la lectura de la Declaración de la Oficina Regional para Europa de la OMS “Empoderamiento del usuario de salud mental”. Es obligatoria su lectura y su integración en nuestra forma de practicar, sea cual sea y la entendamos como la entendamos, si queremos estar activos socialmente y proporcionar innovación, tenemos que conocer este informe y tomarlo como un punto de partida para evolucionar. De lo contrario nuestra práctica (sea cual sea) tenderá a su extinción: “No hay mal que 100 años dure, ni pueblo que lo resista”.

La Organización Mundial de la Salud definió el envejecimiento activo como “el proceso de optimización de oportunidades de salud, participación y seguridad con el objetivo de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen”. El término “activo” se refiere a la participación en asuntos sociales, económicos, culturales, espirituales y cívicos, y no sólo a estar activos física o económicamente (Causapié Lopesino, Balbontín López-Cerón, Porras Muñoz, & Mateo Echanagorría, 2011).

El sistema sanitario como sistema cibernético, vivo, en constante evolución, debe ser sensible y diseñarse en función de lo que los ciudadanos expresan como necesidades actuales fundamentales, y sincronizar su futuro con los cambios de paradigma propuestos por la sociedad del conocimiento. Por ello empecemos por revisar algunos conceptos.

Cuando decimos “persona mayor” nos referimos a un grupo de edad, mientras que cuando decimos “envejecimiento” nos referimos a un proceso a través del cual se envejece. Como dice la Dra. D.ª Rocío Fernández-Ballesteros en uno de los capítulos del Libro Blanco más reveladores, es muy llamativo como la propia Real Academia Española de la Lengua hace referencia a vejez como “al período último de decadencia fisiológica en la vida de los organismos”, con una clara connotación de decadencia y de pérdida de funciones  (Fernández-Ballesteros, 2011). Sin embargo como la autora nos demuestra con resultados de investigaciones actualizadas, aunque es cierto que el envejecimiento biológico conlleva una pérdida de eficiencia de nuestros distintos sistemas biológicos, tanto el proceso de envejecer como la vejez (proceso dinámico versus período de tiempo), son conceptos que deben ser considerados no sólo desde una perspectiva biológica, sino bio-psico-social y desde esta perspectiva no es evidente una pérdida de funcionalidad sino más bien, todo lo contrario.
Primera lección: vislumbrar los efectos globales del tratamiento farmacológico sobre la dimensión bio-psico-social de la persona y no solamente sobre variables biológicas.

Las limitaciones que conlleva el envejecimiento humano emanan (de la misma manera que sus potencialidades y recursos) del hecho de ser un organismo vivo que una vez alcanzado su máximo desarrollo biológico (hacia los 20 años de edad cronológica) poco a poco se tornan menos eficientes sus subsistemas somatosensoriales produciéndose un declive progresivo de sus características físicas tales como su elasticidad cutánea, la fuerza muscular, la agudeza visual y auditiva, etc. Todas ellas son características no modificables propias del proceso de envejecimiento, siendo todas ellas producto de la edad por lo que forman parte de lo que se ha denominado “envejecimiento primario”.

Pero el envejecimiento es un fenómeno multidimensional bio-psico-social por lo que hay que preguntarse si también hay un declive en el funcionamiento bio-psico-social del individuo. En realidad, y en esto radica el cambio de visión, lo único que se ha podido constatar es que hay un declive en la función cognitiva cuando esta es medida por los métodos habituales de pruebas de coordinación viso-motriz o cuando se evalúa lo que se denomina la “memoria de trabajo”. Sin embargo si nos fijamos en el funcionamiento de la personalidad, de la afectividad, o de las relaciones interpersonales, no se obtiene un patrón de declive, sino que todo lo contrario, se evidencian cambios positivos asociados a la edad, por lo que estos y otros datos han llevado a la aceptación por parte de la comunidad científica de que la vejez y el envejecimiento han evolucionado desde una visión de declive y deterioro, a la consideración del envejecimiento como una dinámica entre desarrollo (ganancias), estabilidad y declive (pérdidas).

La propiedad biológica que explica la ganancia potencial de capacidades y funciones con el envejecimiento es la plasticidad, que es una propiedad esencial (y demostrada en la actualidad por estudios neurocientíficos) del ser humano que postula la capacidad de nuestros sistemas biológicos de regeneración. Esta plasticidad biológica deriva en una plasticidad cognitiva, término que puede ser definido como la capacidad de modificabilidad del individuo, es decir, como la capacidad de aprendizaje, de beneficiarse de la experiencia. De la misma manera se puede hablar de plasticidad afectiva, motivacional y de personalidad, como áreas donde pueden registrarse una evolución positiva y no un declive.
Segunda lección: El tratamiento farmacológico no puede mermar ni lesionar la plasticidad biológica ni cognitiva del individuo, es decir, no puede deteriorar su potencial de aprendizaje.
(Recalco esto porque todos conocemos que la prevalencia de uso de benzodiacepinas, anticolinérgicos, fármacos sedantes que se consumen aumenta simultáneamente con el proceso de envejecimiento, y esto gracias al sistema sanitario, por supuesto, aquí no valen campañas que responsabilicen al individuo “por ser malo e irresponsable” discurso presente en las principales campañas sanitarias….(es que podemos llegar a ser muy retorcidos….)

Además hay un elemento fundamental que no puede desligarse del envejecimiento como proceso dinámico y continuo y es que “el individuo no es un ente pasivo gobernado por una biología limitadora y un contexto socio-cultural tiránico sino que es agente de su propio proceso evolutivo y de envejecimiento”.
Tercera lección: El tratamiento farmacológico no puede de ninguna manera ser impuesto en un escenario en el que haya un sistema sanitario que actúa de manera autoritaria y ordene un tratamiento para que el paciente cumpla con él, sino que el individuo es agente de su propio proceso evolutivo y de envejecimiento y por tanto debe decidir cómo y en qué medida quiere medicarse.
Más claro: agua. Sin embargo me temo que la realidad es otra. Permitidme una anécdota. El otro día acudí al otorrino porque nos derivó el pediatra de mi hijo que está a ver si le practica una adenoidectomía. No me quiero enrollar, sólo contar que tras solicitar una radiografía que evidenciaba el tamaño normal de la glándula, el otorrino sin mirarme a mí –y por supuesto tampoco a mi hijo- dijo, “le vas a dar un jarabe –antihistamínico- durante cuatro meses”. Tras quedarme blanco, le pregunté “¿por qué? Y me dijo “viene el frío y hay que prevenir que esa glándula aumente de tamaño”. Quisiera destacar la reacción de mi hijo que se puso a preguntar desesperadamente por qué tenía que tomarse el jarabe (tiene 4 años pero siempre le hemos tratado como a una persona). Sólo pude mirar a mi hijo y en la puerta de salida de la consulta decirle. “Tranquilo, no te vas a tomar nada, no estás malo”. Me costó tranquilizarlo, pero al final olvidó el episodio. Bueno, podemos seguir tratando a los niños, a los viejos y a los enfermos mentales como si no pudiesen tomar decisiones por ellos mismos, pero me parece que cuando esas personas lleguen a sus casas, van a hacer papiroflexia con la prescripción (que es lo que hicimos mi hijo y yo con la prescripción del antihistamínico para cuatro meses), además de por supuesto no querer volver a la consulta ni a tiros. Por cierto: el antihistamínico que nos mandó también tiene propiedades anticolinérgicas lo cual puede mermar la capacidad de atención y concentración del individuo, y sobre todo en niños y ancianos pueden provocar agitación y delirio, claro que si mi hijo se lo llega a tomar y empieza a no poder mantener la atención, manifiesta problemas de concentración en el cole y se agita por el efecto del jarabe, no pasa nada, porque para eso está el Trastorno por Hiperactividad y Déficit de Atención, le mandan unas anfetaminas y ya está, problema resuelto...

Pero continuemos con el libro (y disculpadme la visceralidad). En el mismo capítulo también se hace referencia a que existe una extraordinaria variabilidad como puede verse en la gráfica en las formas de envejecer, es decir, que los seres humanos envejecen de distintas maneras en función de sus interacciones con el contexto socio-cultural en el que vive y que estas diferentes formas de envejecer no ocurren al azar, sino que dependen del individuo como agente activo en su propio proceso de envejecimiento. En la gráfica 45 extraída del Libro Blanco se presenta un modelo de envejecimiento desde el que se trata de integrar distintas dimensiones y niveles relevantes a lo largo del proceso de envejecimiento y que por tanto, trata de explicar distintas formas de envejecer.
Cuarta lección: Tanto el tratamiento farmacológico, como el profesional sanitario, como el sistema sanitario pueden afectar a la mayoría de factores reflejados en este modelo y tanto al nivel micro (biología, sexo, nutrición, hábitos, habilidades cognitivas, regulación emocional…), como a nivel meso (ambiente, físico, apoyo social, aprendizaje, ambiente facilitador, servicio sanitario…) como a nivel macro (sistema de salud). Esto implica que potencialmente tenemos la capacidad de incidir positivamente en la variabilidad de las múltiples formas de envejecimiento (ver gráfica 44 extraída del Libro Blanco), fomentando la curva evolutiva (que, lo re-señalamos: no depende del azar) hacia el funcionamiento óptimo, la autonomía, la calidad de vida y la eficiencia del extraordinario potencial del ser humano.



Paco Mtz.Granados


Trabajos citados
Causapié Lopesino, P., Balbontín López-Cerón, A., Porras Muñoz, M., & Mateo Echanagorría, A. (2011). Envejecimiento activo Libro Blanco. (C. G. Oficiales, Ed.) Madrid: Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad.
Fernández-Ballesteros, R. (2011). LIMITACIONES Y POSIBILIDADES DE LA EDAD. En Envejecimiento Activo Libro Blanco. Madrid: Ministerio de Sanidad, Igualdad y Política Social.

Ribera Casado, J. (2011). Envejecer con buena salud. En Envejecimiento Activo. Libro Blanco (pág. 225). Madrid: Ministerio de Sanidad, Igualdad y Política Social.

Comentarios

  1. Paco, estupendo el post, muy claro y valiente. Entiendo que la actual crisis por la que atravieza el Sistema Sanitario, como bien lo expresas en el encabezado del post, es la oportunidad para intentar algunos cambios inteligentes. Lástima tantos años de desmanejo y despilfarro de recursos, tanto materiales como humanos, pero tú sabes, el consumo es así, te lleva de la nariz, y cuándo te quieres acordar te has ido tan pero tan lejos del camino, que lo último en lo que piensan quienes manejan ese Sistema es en mejorar las prestaciones médicas. Son pocos-supongo-los que pueden salir de la consulta y botar la receta médica en el cesto, la mayoría va a la farmacia y comienza con la indicación de su médico. Ahora, deberían actualizar algunos conceptos, digo, eso de evitar el crecimiento de las adenoides en base a antihistamínicos es- por lo menos-gracioso. Con homeopatía unicista bien prescripta todo lo que propones en el post se realiza en forma suave, natural, y además, con inmenso beneficio para la capacidad plástica del organismo, que responde naturalmente al estímulo que representa quitar de encima la carga medicamentosa brutal a la que se le somete.Lamentablemente se suprime constantemente con la polimedicación indiscriminada que señalas en el otro post. A veces lo milagroso es que los pacientes sobrevivan a tanto "remedio". Mis saludos.

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  2. Efectivamente, Carlos, totalmente de acuerdo. De todas formas, no es tan raro tirar la prescripción y no "cumplir" con el tratamiento "ordenado". Según los estudios, alrededor de un 50% de las personas diagnosticadas de enfermedades crónicas no mantienen niveles adecuados de adherencia terapéutica. Nadie se ocupa de estos abandonos- que yo los veo como abandonos del sistema sanitario- es una cifra muy importante. Una señal, una voz, que no puede dejarnos indiferentes. Saludos y gracias de nuevo por tus aportaciones.

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